Es bueno leer en verano

Fomentar la lectura en verano

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A medida que se acercan las vacaciones de verano, es fácil olvidarse de mantener el hábito de la lectura, especialmente los niños aunque, en realidad, no hay razón por la que no puedan mantener su mente atenta durante la temporada estival. Leer no tiene que implicar sentarse a la mesa con un libro determinado a la misma hora cada día; por el contrario, el objetivo es que la lectura se convierta en un hábito placentero, no en un deber.

A continuación, ofrecemos algunos consejos para mantener la motivación por la lectura en verano:

Visitad la biblioteca:

Es gratis y, en muchas ocasiones, las bibliotecas ofrecen jornadas de cuentacuentos, presentaciones de libros y certámenes literarios. A los niños les encanta elegir sus propios libros para leer y es una oportunidad de oro, no solo para leer, sino para pasar una jornada diferente, enseñarles a usar los ficheros de la biblioteca, compartir lectura, socializar con nuevas personas, etc.


Un fuerte de lectura:

Habrá días que, aunque sea verano, haya que quedarse en casa. Construid una guarida con mantas o manteles. Pide a la criatura que elija algunos libros para convertir su fuerte en una pequeña biblioteca o estudio y permite que lo adorne a su manera: algún juguete, una linterna, una almohada… Compartid lectura durante un rato y, después, permite que prosiga por su cuenta.

Pasead leyéndolo todo:

Si están aprendiendo a leer, estarán encantados de leer cada cartel, señal, rótulo u horario que encontréis a lo largo de un paseo por la calle. Es importante ayudarles con los símbolos más difíciles o que todavía no conocen y alentarles a continuar, por ejemplo, llevando el número de cuántos carteles son capaces de leer durante el camino, buscar letras ordenadas en una matrícula de coche o ver cuánto tardan en ver tres rótulos con una palabra o letra determinada (menú, horario, cafetería, la letra Ñ,…).

Integrad la lectoescritura en las comidas:

A menudo, durante las vacaciones, las familias pueden pasar más tiempo durante las comidas o pueden visitar un café o restaurante. Dejad que los pequeños lean el menú mientras eligen qué comer. Si vais a preparar una comida con invitados, dejad que los niños creen lugares con nombres para cada persona, el menú que se va a servir o pequeñas cartas personalizadas de agradecimiento. Es muy común que los niños acaben antes que los adultos, ya que no participan de lo que conocemos como sobremesa (cafés, licores, charlas adultas) y es habitual, también, que algún adulto acabe dejándoles el móvil para que jueguen. Con un poco de previsión, podemos cambiar el móvil o tablet por un libro de su interés o papel y lápiz para que escriban su propio cuento, los nombres de los invitados o un dibujo de los mismos.

Que puedan leer a otros miembros de la familia:

A los pequeños les encanta presumir de sus nuevas habilidades. Encontrad tiempo para que el niño os lea. Puede ser durante una visita familiar, después de comer o antes de dormir. Cualquier momento es bueno. A ellos les resulta motivador y a vosotros os permitirá conocer mejor al pequeño, sus avances, sus gustos y e incluso sus conflictos. La lectura, a menudo, es un buen punto de partida para conocer aspectos que, en otras ocasiones, los niños no cuentan, como factores abstractos que les preocupan (la enfermedad, la amistad, el amor, la muerte, lo real y lo imaginario, etc.). Podéis preguntarle quién les parece el personaje más amable, qué personaje querrían ser ellos, qué harían ellos en la situación de la historia y un largo etcétera.

Álbum de recortes:

Otra actividad que podéis realizar en familia es construir entre todos un álbum, con fotografías y otros recuerdos (mapas, tarjetas, menús, noticias, etc.) que vayáis recolectando a lo largo de las vacaciones. Los niños podrán escribir los textos que acompañen a las imágenes y es un recuerdo único al que volveréis más veces a lo largo de la vida. Si son pequeños para escribir, podéis animarles a leer lo escrito por los adultos.

Una tarde en la cocina:

Si les gusta la cocina, podéis buscar una receta, leerla juntos, que los niños hagan la lista de la compra con los ingredientes, leer las etiquetas de los alimentos en el mercado y, a la vuelta, que vayan leyendo las instrucciones mientras preparáis el plato. Si tienen capacidad de escribir y son aficionados, pueden ir confeccionando su propio recetario en una libreta, escribiendo los ingredientes y la preparación y dibujando o pegando fotos del resultado.

Si tenéis una estrategia que os funciona y no aparece en este artículo, estaremos encantados de conocerla.

Las largas vacaciones de verano pueden marcar la diferencia en la lectoescritura del próximo curso pero también en cómo los pequeños la perciben y, además, es un buen aliciente para que los adultos retomemos, asimismo, esta beneficiosa costumbre.

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